Este plato se podría llamar así debido a mi antigua y larga relación con "La Estación del Silencio" de Zaragoza. Podría ser que su nombre fuese este porque cuando comes este guiso, lo único que se oye son a tus mandíbulas masticando su deliciosa y jugosa carne. Podría ser....
Lo cierto es que esta receta es una versión, un poco más rápida en elaboración, que hace Mikel López Iturriaga en relación con la película "El silencio de los corderos". La suya, muy rica. La mía, excitante!
Tenemos 1 kilo de dados de cordero limpios de grasa y de tamaño medio (que te quepan bien en la boca sin tener que abrirla como un buzón).
Los salpimentamos y marcamos en una sartén a fuego alto, con un chorrito de un buen aceite de oliva virgen extra. Ya sabéis que disfrutamos en el mercado de uno estupendo y de nuestra tierra,"Olivalia".
Retiramos los dados ya dorados a un plato y añadimos un poco más de aceite a la sartén, en el que pochamos 2 cebollas cortadas en juliana. Salamos y esperamos unos 15 minutos.
Incorporamos 2 dientes de ajo laminados, el zumo de 1/2 limón y el otro medio en rodajitas finas, 1 guindilla fresca cortada en rodajitas, 1 cucharadita de cominos, 1 ramita de tomillo y otra de romero.
Pasados 5 minutos, añadimos el cordero que habíamos reservado, unos 300 gramos de tomate triturado, 1 cucharada pequeña de azúcar, sal y 1/2 litro de caldo de carne o pollo.
Todo este conjunto lo cocinamos unos pocos minutos y lo pasamos a una bandeja alta o cazuela apta para el horno.
La tapamos con papel de aluminio (en el caso de que no tenga tapa dicha bandeja o cazuela) y la introducimos en el horno a 180ºC, unos 90 minutos.
Solo tendremos que sacarla y comprobar, pinchándola con una puntilla, si está la carne tierna.
Terminamos el plato añadiéndole 2 cucharadas de daditos o de almendra molida, unas hojas de menta picada y dejándolo cocinar un par de minutos más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario