El plato de hoy lo hicimos ayer en el taller de cocina oriental de la escuela de cocina de Kuhn Rikon. Quedó muy rico, así que vamos a por él.
Deciros que es una elaboración típica de la provincia de Cantón, China, y que la cocina cantonesa se diferencia de la del resto del país por la mayor utilización de carnes y mariscos junto con ajo y cebolleta, en detrimento de picantes y especias fuertes.
Tenemos 2 pechugas de pollo limpias y cortadas en dados de unos 4 cm.
Los pondremos a macerar en un bol con un vasito de aceite de girasol, otro de salsa de soja, un poco de sal y pimienta, y un par de cucharadas de jengibre en polvo.
Pasada 1/2 hora por lo menos (a mí me gusta macerarlas un par de horas), las escurrimos y freímos en una sartén a fuego medio-alto con un poco de aceite de girasol.
Cuando estén doradas, pero tiernas por dentro, las sacamos y reservamos.
En ese mismo aceite que ha quedado en la sartén (podemos añadirle un chorrito más si vemos que hay poco) y a la misma potencia de fuego, saltearemos 1 cebolla cortada en juliana, 3 dientes de ajo laminados, 1/2 pimiento rojo cortado en bastoncitos, un poco de brócoli o algún tipo de col suave y unos 200 gramos de champiñones, limpios y partidos en cuatro.
Pasados 2 ó 3 minutos, salaremos ligeramente y añadiremos un vaso (250 ml, más o menos) de caldo de pollo frío en el que hemos disuelto un par de cucharadas de maicena, un buen chorro de salsa de soja, una cucharada de salsa de ostras (la podéis comprar en tiendas chinas o grandes supermercados) y otra de jengibre molido.
Incorporamos los dados de pollo y removemos el conjunto unos minutos hasta que la salsa hierva y espese ligeramente.
Probamos y rectificamos de sal si hace falta.
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