Tenemos 200 gramos de almendra cruda que vamos a escaldar para poder quitar la piel (podéis usar almendras ya peladas). Las introducimos en una olla mediana con agua hirviendo.
A los 30 segundos, más o menos, las sacamos y las pelamos.
Las pasamos a un vaso batidor (en mi caso a un vaso de batidora americana) y las cubrimos con agua fría más un dedo, para que cuando se hinchen un poquito sigan cubiertas. Dejamos entre 6 y 12 horas.
Las trituramos muy bien a la vez que le añadimos otro vaso más de agua (unos 250 ml).
El "puré fino" resultante lo tenemos que colar con una estameña o con un colador de tela. Lola utiliza un colador grande con una estameña encima para poderlo hacer todo de una vez. Humedecemos la estameña y la escurrimos, antes de colocarla sobre el colador. La estameña debe sobresalir por los bordes del colador. Una vez que vertemos el batido de agua y almendra, hacemos un paquete con la estameña, en forma de saco, y apretamos con la mano para escurrir la leche.
La pasta de almendra que nos queda en la estameña, la volvemos a triturar con otro vaso de agua y repetimos la operación de colado.
La podemos endulzar con azúcar blanca o morena, aunque con esta última no queda tan blanquita.
El total de agua que habremos utilizado será de 800 ml aproximadamente.
Ya tenemos nuestra leche de almendras!
La pasta que sobra la podemos guardar y utilizar en sustitución de harina para hacer una salsa de almendras, como en la receta de este enlace.
Lola se la añade al salmorejo. Otro día os damos la receta.
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