Tenemos un calabacín bien hermoso que hemos lavado y secado con un trapo de cocina.
Le cortamos los extremos y con una mandolina o con un pelador de patata (de los que tienen forma de herradura) hacemos láminas de calabacín, a lo largo y finas.
Hay que utilizar las que salen de la parte central del calabacín, es decir, las más anchas. A mí me han salido 16 láminas que usaré para hacer 8 ravioli.
Las pasamos ligeramente por una sartén caliente con un poco de aceite y reservamos.
Vamos ahora con el relleno, que en este caso será de champiñones portobello, queso gorgonzola, cebolla y zanahoria:
En una sartén con un chorro de aceite de oliva pochamos un par de cebollas cortadas en juliana. Añadimos 2 zanahorias y 500 gramos de los champiñones, cortado todo en daditos. Salpimentamos.
Pasados unos 20 minutos estará todo en su punto (blandito). Lo pasamos todo a un colador para que escurra y así pierda el exceso de grasa.
Añadimos un par de cucharadas de gorgonzola (en este caso dulce) y removemos bien todo el conjunto.
Volvemos a las láminas de calabacín:
Colocamos una en sentido horizontal y sobre ella colocamos otra en vertical, formando una cruz.
Ponemos una cucharada del relleno donde se cruzan las dos láminas, y vamos cerrando el ravioli comenzando por uno de los extremos de la lámina que está debajo y continuando cerrando el siguiente extremo hacía adentro, hasta formar un paquetito cuadrado totalmente cerrado.
Solo queda hacer una salsa de setas; shitake, por ejemplo:
En una sartén o cazuela pequeña calentamos un poco de mantequilla y un chorro de aceite de oliva y añadimos unos 175 gramos de las setas y las pochamos durante 10 minutos.
Incorporamos un vaso de caldo de verduras (si no tenemos, agua) y dejamos cocer unos 15 minutos.
Un chorrito de nata y trituramos todo.
Si se nos han quedado fríos los ravioli, los calentamos en el horno. Emplatamos, salseamos y disfrutamos comiéndolos.
Le cortamos los extremos y con una mandolina o con un pelador de patata (de los que tienen forma de herradura) hacemos láminas de calabacín, a lo largo y finas.
Hay que utilizar las que salen de la parte central del calabacín, es decir, las más anchas. A mí me han salido 16 láminas que usaré para hacer 8 ravioli.
Las pasamos ligeramente por una sartén caliente con un poco de aceite y reservamos.
Vamos ahora con el relleno, que en este caso será de champiñones portobello, queso gorgonzola, cebolla y zanahoria:
En una sartén con un chorro de aceite de oliva pochamos un par de cebollas cortadas en juliana. Añadimos 2 zanahorias y 500 gramos de los champiñones, cortado todo en daditos. Salpimentamos.
Pasados unos 20 minutos estará todo en su punto (blandito). Lo pasamos todo a un colador para que escurra y así pierda el exceso de grasa.
Añadimos un par de cucharadas de gorgonzola (en este caso dulce) y removemos bien todo el conjunto.
Volvemos a las láminas de calabacín:
Colocamos una en sentido horizontal y sobre ella colocamos otra en vertical, formando una cruz.
Ponemos una cucharada del relleno donde se cruzan las dos láminas, y vamos cerrando el ravioli comenzando por uno de los extremos de la lámina que está debajo y continuando cerrando el siguiente extremo hacía adentro, hasta formar un paquetito cuadrado totalmente cerrado.
Solo queda hacer una salsa de setas; shitake, por ejemplo:
En una sartén o cazuela pequeña calentamos un poco de mantequilla y un chorro de aceite de oliva y añadimos unos 175 gramos de las setas y las pochamos durante 10 minutos.
Incorporamos un vaso de caldo de verduras (si no tenemos, agua) y dejamos cocer unos 15 minutos.
Un chorrito de nata y trituramos todo.
Si se nos han quedado fríos los ravioli, los calentamos en el horno. Emplatamos, salseamos y disfrutamos comiéndolos.
me gusta esta receta y me la anoto ya mismo
ResponderEliminarMuy bien!! A Lola, mi pareja, le han encantado. Y la salsa de shitake que me ha sobrado, para mañana con un simple arroz blanco.....
ResponderEliminarpintaza mas buena tienen.
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