Esta receta es una adaptación de otra que ví hace tiempo en una revista del corazón..... uno de los defectos que tengo que se pueden decir!
Compramos unas alcachofas y las limpiamos dejando solo la parte central y más tierna, su corazón.
Los ponemos en una olla con agua hirviendo a la que le hemos añadido un poco de harina y un chorrito de limón.
Dejamos cocer unos 20 minutos, escurrimos y reservamos.
En su defecto, podemos comprar estos corazones congelados. No es lo mismo, pero nos vale. Los coceremos siguiendo las instrucciones del fabricante y reservaremos.
Mientras, habremos picado una cebolla en daditos pequeños (brunoise) que pondremos en una sartén, a fuego medio, con un vasito de aceite de oliva, una cayena, un poco de perejil picado, un poco de piel de naranja y de limón y, para finalizar, sal.
Pasados 30 minutos la cebolla estará ya bien blandita. Colamos el aceite y lo reservamos hasta que esté a temperatura ambiente.
En un bol pequeño depositamos una yema de huevo con sal y vamos añadiendo el aceite de poco en poco, a cucharadas.
Iremos removiendo constantemente y hacia el mismo lado hasta que el aceite esté integrado con la yema, y así añadiremos más aceite hasta conseguir una salsa espesita.
Agregaremos un chorrito de zumo de limón y unas ralladuras de piel de naranja y de limón.
Para evitar que la salsa se nos enfrié, habría que elaborarla cerca de una fuente de calor. En este caso, he colocado el bol mientras hacía la salsa sobre una cazuela con agua hirviendo, es decir, al baño maría.
Servimos las alcachofas con esta salsa y lo comemos templado.
¡Tiene muy buena pinta! No sé si será un defecto que se pueda decir, pero ¡¡nunca he prepadado alcachofas!!
ResponderEliminarUn abrazo,
Tanja
Anda!!! A que esperas??? A mi me gustan de todas las formas posibles: fritas, cocidas en salsa, a la plancha....
ResponderEliminarAnimate y pruebalas!!!